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CURTÍS GARLAND (MI AMIGO)

«Oscuro, muy oscuro todo. La campiña, los pueblos, las estaciones, como fantasmas sombríos dispersos a lo largo de las vías. Y el tren. Sobre todo, el tren. Vagones de tercera de rígidos asientos de madera. Sin luz. Sin nada de luz.

Un tren oscurísimo sumido en esa oscuridad impenetrable de campos y lugares en sombra. Nosotros, los viajeros, como espectros, acurrucados, encogidos en aquellos duros asientos. Con miedo, con mucho miedo. Callados casi siempre, salvo algún que otro comentario medroso, aislado, que me es imposible recordar. En un lado del compartimento, mi abuelo y yo, con alguien sumido en la misma oscuridad. En frente de nosotros otras tres personas que para mi eran sólo sombras en las sombras y nada más. Y DE REPENTE UN FOGONAZO VIVÍSIMO, ALLÁ EN LA CAMPIÑA con un estruendo formidable que estremeció al tren, los raíles y la tierra misma. Una bomba, luego otra y muchas más».


Así comienza el libro de memorias de Juan Gallardo Muñoz, conocido en la literatura popular como Curtis Garland, quien con seis años viajaba con su abuelo, en pleno 1936, de Madrid a Barcelona a buscar la protección de su padre, actor de teatro residente en la Ciudad Condal.

Juan Gallardo tiene una vida amplia. Llena de historia. Tiempos buenos. Tiempos horribles. Recuerda cuando fue a la editorial Molino a ofrecerles sus primeros trabajos. Y cómo se los rechazaron. También recuerda cómo, curiosamente, le aceptaron unos dibujos para un seminario infantil titulado Chicos, por los que le dieron un premio: una estilográfica.

Actor de teatro, viajó como cómico de la legua en la compañía de Luis Prendes. Tanto éste como Buero Vallejo, el autor de la obra representada, En la ardiente oscuridad, les recomendaron que siguiera escribiendo al contemplar la calidad de sus trabajos y también que dejara de teclear en la máquina de escribir ya que se la llevaba a las representaciones y se oía durante las mismas. Recuerda que conoció a Femando Fernán Gómez, del que cuenta lo agradable, alegre y divertido que era de jovencito, y lo hosco que se volvió con el tiempo. Coincidieron como escritores en una revista cinematográfica. Para esta revista pudo entrevistar a Ivonne de Carlo, a Tyrone Powers, Cantinflas, Jorge Negrete. De Powers guarda un gran recuerdo. Fue amigo de Disney, y sobre todo, de George Sanders, del que tiene también un gran concepto. Su seudónimo por entonces era Juan Viñas.

Una de sus mejores entrevistas se la hizo a William Sommesert Maugham, autor de El filo de la navaja o La Carta, que serían llevadas al cine con tremendo éxito.

Volvió a hacer teatro con Alejandro Ulloa, famoso por doblar la voz de Robert Taylor. Actuaba de todo —cuenta— hasta cinco papeles en una misma obra. Incluso de apuntador. Como daban dos funciones, el apuntador de la otra función era Femando Ulloa, hermano de Alejandro, el doblador para el cine de James Stewart. Firmado ya con la editorial Bruguera, comienza a publicar las novelitas tituladas de a duro, con gran éxito en las tiradas tanto en España como en América latina. Series policíacas, de terror, o de ciencia ficción, inundaban los kioscos a donde llegaban sus lectores esperando el siguiente título.

En cierta ocasión un amigo, que rodaba para televisión un documental sobre Cunqueiro, notó que el texto del genial gallego no daba para el minutaje que requería el corto. Se llevaron a Garland en un coche hasta los estudios de TV. A las dos de la mañana completó el guión de Cunqueiro, estudiando los textos del mismo para que no distorsionara. Nadie lo descubrió y aquello pasó a ser, para siempre jamás, del escritor gallego. A Curtis Garland le dieron mil pesetas, que no estaba mal.


Sus relaciones con las editoriales Bruguera, Rollan o Toray pasaron por diversas etapas, hasta el punto de cobrar en algunas ocasiones a los tres meses de presentar sus originales. Decía Jacques Coucteau, el autor de La Bella y la Bestia, que las mejores obras que había leído en su vida las había comprado en los puestos de las orillas del Sena. Los bolsilibros de a duro franceses. Quien haya leído a Curtis Garland podrá atestiguarlo. Recuerdo El manuscrito del Destripador, o El filo de las tijeras, que son dos joyitas de la literatura negra. O Mujeres Vampiro, Niebla en Whitechapel, Cuando tiemblan los cipreses, de terror, o también, por ejemplo, Del color del cobre, novela del oeste. Algunas de sus obras han sido llevadas al cine, como El pez de los ojos de oro, que protagonizó el inolvidable Barta Barry, Nuestro agente en Casablanca, por Lang Jeffries, y Sexy Cat, por Dianyck Zurakouska, La noche vuelve o No dispares contra mí.

Su obra de teatro El Velo lo llevó a pertenecer a la sociedad de autores como socio de número. La primera actriz, por entonces, Margot Cottens, le cambió el título por A la hora señalada, que es como está registrada. Psicoanálisis fue una publicación especial para Juan Gallardo, tan especial que uno de sus ejemplares lo guardó en su casa Bobby Charlton, uno de los mejores futbolistas de la historia, que le fue presentado por Santiago Bemabéu, amigo de nuestro amigo.

Últimamente fue contratado por una editorial sudamericana para lanzar las historias de Zapata, Moctezuma, Octavio Paz, etc. La editorial Morsa, que ha publicado sus memorias, reeditó La noche de la América agonizante.

Y…, por fin, Ediciones B publica La Conjura, de la que Juan nos hizo un artículo para La Corredera que incluso llegó a manos del Rey Juan Carlos. Tenemos noticias de que la venta fue fenomenal. Un premio merecido para este hombre que llegó a hacerse agente comercial vendiendo casa por casa por la crisis que hubo en los ochenta.

Seguían llamándole Calamidad

Aquí vamos a dejarlo porque son muchas cosas las que habría que escribir de alguien cuyas obritas permanecen en la biblioteca de español de la Universidad de California o en la de Texas. Esta literatura alabada por, entre otros, Vázquez Montalbán, Terenci Moix o Juan Madrid, y estudiada por Salvador Vázquez de Parga o Jesús Cuadrado. Por cierto ¿saben los lectores que los carteles de la droga mexicanos están volviendo a lanzar por miles estos bolsílibros percibiendo cientos de millones? Normal sería si no fuera porque a los autores no les dan ni un euro, Y si protestan se los pueden dar en plomo. Una auténtica novela negra.

Por cierto sus memorias están impregnadas de cariño hacia Tere, su esposa, fallecida hace un año.

[Publicado en la revista “La Corredera” de Montilla (Córdoba) en septiembre de 2009]

JOSÉ PÉREZ MERINO