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FINIS AFRICAE

RENACER DEL BOLSILIBRO


En 1986 Bruguera, una editorial que había liderado en las últimas décadas la publicación de novelas populares, cerró sus puertas tras una racha de problemas económicos causados por la mala administración de la empresa, sin que fuera ajena al desastre la actuación “salvadora” de los sindicatos.

Lo que en apariencia podría haber sido tan solo una noticia pronto olvidada en las páginas de economía de los periódicos se convirtió en el fin de una modalidad de literatura: la novela popular, “de quiosco”, o “de a duro” (aunque por entonces su precio era de unas 50 pesetas ejemplar); con influjo en las costumbres (la novelilla leída apresuradamente por el viajero en el transporte colectivo o guardada en la cesta de la merienda del currante o la cartera del cultivador de cualquier profesión liberal para repasar sus páginas en los momentos de descanso); fue incluso una nota más, un pequeño detalle, que cambió el paisaje urbano pues sus multicolores portadas se perdieron de vista en los quioscos donde se vendían y cambiaban.

Porque aunque solo era una editorial y había algunas más dedicadas a este tipo de literatura de consumo, era Bruguera la que tiraba del carro tanto por la cantidad de novelas que sacaba al mercado como por la popularidad que ya habían adquirido sus autores. Las que quedaban no tenían el mismo poder ni recursos. Además aunque Bruguera no hubiera cometido la serie de errores en que incurrió, el fin de esos libritos hasta entonces tan omnipresentes no hubiera tardado mucho en llegar por el cambio de las costumbres en relación con el ocio.

Desde antes de 1985, cuando faltaba todavía algún tiempo para la debacle definitiva, la producción novelística había sufrido un parón; los autores empezaron a encontrar problemas a la hora de cobrar y cada cual procuró buscarse la vida como pudo. Hubo quien se olvidó de la escritura, otros acudieron a las editoriales de la competencia aunque el que encontró acomodo en ellas solo obtuvo una solución pasajera pues el género estaba herido de muerte y todas fueron cayendo como fichas de dominó.

No faltaron autores por fin que decidieron reinventarse como escritores de literatura “seria”. En este apartado se podría citar a Silver Kane que, desprendiéndose del pseudónimo con el que tantas historias había contado y con su nombre verdadero de Francisco González Ledesma, ganó en 1984 el Premio Planeta gracias a la novela “Crónica sentimental en rojo”. En esta nueva fase y hasta su muerte en 2015 ha cultivado preferentemente la novela negra.

Similar es el caso del gaditano Ángel Torres Quesada que, nacido en 1940, se estrenó como novelista el año 1963 en que Editorial Valenciana publicó como número 233 de su colección “Luchadores del Espacio”, con el pseudónimo Alex Towers, “Un mundo llamado Badoom” —imposible no asociar el nombre con el Barsoomburroughsiano aunque la trama nada debe al creador de Carter de Marte— escrita un año antes. Torres envió una nueva novela pero la colección fue cancelada en el número 234 y él se dedicó a otros menesteres.

A pesar de tratarse de una obra primeriza el argumento era interesante y estaba bien escrita. Cuando en 1970 Editorial Bruguera, que no se había preocupado por el género de ciencia ficción centrada en los relatos del oeste, policiaco, rosa y otros con más raigambre hispana, sacó al mercado la colección “La conquista del Espacio”, comenzó nuestro autor a colaborar en ella llegando a convertirse en un puntal de la misma con el pseudónimo de A. Thorkent. Tras el cese de Bruguera, libre de las ataduras del número limitado de páginas y la premura de los plazos de entrega, nos ha dado Ángel Torres excelentes narraciones que le han merecido notables premios.

Pero aquellas novelillas, los amenos bolsilibros cuya lectura se podía abordar de un tirón o dosificándola en los trayectos del autobús siguen interesando y son buscados en mercadillos y librerías de viejo. El inconveniente es el excesivo precio que piden los vendedores y el estado deplorable en muchos casos después de pasar por un sinfín de manos que han ido depositando sobre sus portadas y páginas una capa de roña que disuade al escrupuloso lector.

No es sin embargo imposible encontrarlos nuevecitos, relimpios y con el seductor aroma de la tinta de imprenta. Quizá he exagerado un poco al titular este artículo “Renacer del bolsilibro”; en Literatura nada vuelve a ser lo que fue aunque cíclicamente resurge el interés por los temas y géneros. Ahora entre muchos que pasaron buenos ratos con las novelas populares y otros más jóvenes que no llegaron a conocerlas en su tiempo pero han leído alguna y se les ha despertado la curiosidad, ha surgido una creciente fascinación por aquellas divertidas historias. Pequeñas editoriales como Dlorean o Cyberdark, y asociaciones de aficionados sin ánimo de lucro ponen en circulación de vez en cuando recopilaciones de bolsilibros o de las novelas que con similar extensión pero en un formato algo más grande (tipo “Hombres Audaces” o “Novelas del Oeste”) les precedieron.

En este caso quería dar noticia de la salida de un imprescindible volumen de 410 páginas que bajo el título “Saga de Hongara” recopila seis novela de Ángel Torres Quesada, con la particularidad de que dos de ellas —“El signo de Wrangull” y “Nelhar de Laninkia”— son inéditas pues el novelista que, previendo el desastre de Bruguera, había comenzado a publicar en Galaxia 2000 las había enviado a la nueva editorial cuando esta también cerró por lo que los textos han tenido que ser recuperados de copias obtenidas con papel carbón —todavía no se había popularizado el ordenador cuando fueron escritas— por unos esforzados entusiastas de la ciencia ficción.

Destripar los argumentos no sería adecuado. Ángel Torres es un creador de mundos donde siempre ocurren cosas asombrosas. La publicación es obra de A.C.H.A.B. (Asociación Cultural Hispanoamericana de Amigos del Bolsilibro), con sede en Sevilla y se trata de una impresión limitada y numerada bajo demanda. Como siempre se imprimen algunos ejemplares más sobre el número de socios es factible a quien esté interesado y no se duerma en los laureles hacerse con uno. El amigo Google le ayudará a localizar la Asociación.

[Artículo de Francisco Guardia publicado en el diario digital El Faro, Motril (Granada) el día 24 de diciembre de 2016. http://www.elfaromotril.es]