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La Maldición del Ragnarok

Me voy a permitir incluir en el blog una reseña sobre esta novela, que en ningún caso puede ser considerada ni un bolsilibro, ni tampoco novela popular con el concepto que al menos yo he venido defendiendo a lo largo de las distintas reseñas de este blog.

Si saco a relucir este título es por un doble motivo: que el autor es uno de los más grandes escritores de novela popular de España; y que la edición corre a cargo de A.C.H.A.B., una asociación de la que ya he hablado en ocasiones anteriores cuya labor está estrechamente ligada a la recuperación de la novela popular española. Valiente labor, por cierto.


La fantasía heroica —o novelas de espada y brujería, término acuñado por primera vez por el escritor Fritz Leiber y que a mí personalmente me parece más apropiado— no deja de ser un subgénero dentro de la ciencia ficción, en la que Ángel Torres Quesada ha demostrado ser a lo largo de su dilatada carrera un auténtico maestro; y en este sentido, el autor se siente francamente cómodo en el desarrollo de una historia que desde ya aviso nada tiene que envidiar de los mejores títulos del género que se están publicando en la actualidad. Considero que todos aquellos lectores que disfrutan leyendo a George R. Martin, Joe Abercrombie, Robin Hobb o Patrick Rothfuss entre otros, no tienen excusa para no leer La maldición del Ragnarok.

La novela de espada y brujería sigue, en términos generales, siempre un mismo esquema: en un mundo tecnológicamente atrasado en el que se entremezcla lo medieval con la magia, un personaje puro de corazón es escogido por un poder superior para hacer frente a un mal ancestral que cada cierto tiempo vuelve a resurgir de sus cenizas amenazando la supervivencia de la humanidad. El aprendizaje del protagonista y el proceso por el que asume el gran peso que recae sobre sus hombros, es la base de la narración, que debe acompañarse de todo un elenco de personajes secundarios que ayuden en el camino al héroe seleccionado en contra de su voluntad para salvar el mundo.

Este argumento, a pesar de haberse repetido hasta la saciedad, sigue enganchando a los lectores de medio mundo, pues no deja de ser una metáfora de la vida misma: todo el mundo se siente en un momento u otro de su vida obligado a enfrentarse a situaciones para las que no se cree preparado, y esa es la clave del éxito de estas historias, populares especialmente entre la gente más joven, propensa a sentirse más identificados con el correspondiente héroe de la narración.

Con este corsé narrativo, la clave para alcanzar el éxito en una novela de estas características recae prácticamente de forma exclusiva en los personajes, y en este aspecto es donde brilla de forma especial el libro de Ángel Torres Quesada.

La historia de La Maldición de Ragnarok no se aleja en absoluto del esquema descrito anteriormente: en un mundo medieval en el que conviven la pólvora y la magia, Aesyré, séptimo hijo de Satanás, derrotado tiempo atrás por los hombres, vuelve a ganar fuerzas y amenaza con salir del inframundo en busca de venganza.

Para hacer frente a la cercana catástrofe, la hermandad de magos, debilitada por la reciente desaparición de su líder Balduré, invoca el poder del Ragnar, una entidad que se reencarnará de forma caprichosa en un humano para hacer frente a la amenaza. El Ragnar puede ser visto como una bendición para la humanidad y una maldición para el humano que resulte seleccionado, pues se convertirá en un ser sobrenatural cuya vida estará supeditada a la misión encomendada.

Tras esta primera escena de invocación del Ragnar, se nos presenta a los principales personajes de la trama, cuyas vidas se irán entrelazando para formar una compañía que será la encargada de afrontar el regreso de Aesyré, que empieza a manifestarse cada vez con más fuerza.

Amerle, un mago que se ve obligado a asumir una gran responsabilidad tras la desaparición del maestro Balduré; un solitario cazador de ogros llamado Gabel; la bella Néctar, líder  de otro grupo de cazadores; David, un extraño niño que ha quedado huérfano tras un ataque de los ogros a su aldea; Damián, un valeroso y egocéntrico caballero; el rey Arwall, señor del reino, que debe enfrentarse a la posible guerra con el mal; o el maestro alquimista Menhier, un experto constructor de armas enamorado de Néctar.

Tan variopinto grupo de personajes, del que no pienso desvelar más detalles para no destripar la historia, deberán superar sus propios temores y la maraña de traiciones que se pondrán en su camino si quieren vencer definitivamente a Aesyré.

Tengo que decir que personalmente me siento afortunado de contar con un ejemplar de este libro, en primer lugar porque he disfrutado de verdad de su lectura, y en segundo, porque soy consciente de que soy propietario de un producto exclusivo, que con el tiempo —estoy convencido de ello— se convertirá en objeto de coleccionismo. Es sorprendente que esta obra inédita de un autor de la talla de Ángel Torres Quesada haya sido publicada por una modesta editorial como es ACHAB, cuyo alcance es muy limitado, tanto por infraestructura como por su propio carácter de entidad sin ánimo de lucro. Desconozco el diabólico pacto que los responsables de ACHAB habrán alcanzado para lograrlo –probablemente más de un alma habrá cambiado de manos-, pero no puedo dejar de alegrarme de ello, pues el resultado final es que el libro adorna mi estantería en la zona reservada a las grandes obras.

Una cuidada edición en la que una vez más se nota el esfuerzo y entusiasmo que han puesto los responsables –doy gracias de forma especial a la introducción de Ángel Rodríguez Sánchez, todo un experto sobre el autor-, algo que se echa de menos en gran parte de los productos que se publican actualmente en las grandes editoriales.

Si a esto añadimos que La maldición del Ragnarok no es para nada una novela menor del autor, mi asombro es aún mayor.

Desde aquí quiero manifestar mi deseo de ver pronto publicadas nuevas obras de Ángel torres Quesada, sean del género que sean. En mí siempre encontrará un fiel lector. Ojalá que seamos suficientes.

En una reciente entrevista concedida por Ángel Torres Quesada, decía que “por lo visto, Bruguera pensaba que el lector era gilipollas y que no iba a comprar las novelitas de un autor español”. La realidad parece empeñada en demostrar que los lectores actuales siguen pensando que los escritores españoles no son capaces de escribir buena ciencia ficción, así que tal vez el tema de los seudónimos no fueran tan mala idea como pudiera parecer.

[Reseña publicada el día 29 de julio de 2017 en el blog La Memoria del Bolsilibro: https://bolsilibrosmemoriablog.wordpress.com].